miércoles, octubre 04, 2006

¿Quién habla de curitas?

Juan Zamora


Me pidieron que hablara acerca de las curitas. Confieso que nunca había pensado en esto, confieso además que no se me ocurre nada. Seamos honestos ¿Quién habla de curitas? ¿Qué tema es ése? Nadie, óigase bien, nadie, ningún amigo o conocido te llama para conversar acerca de curitas:

Riiiinnnngggg.
-¡Aló! ¿Wolfan?
-Si.
-¿Chamo, qué clase de curitas usas tú?
CLICK! Tuuuu... tuuuu... tuuuuu...

Riiiinnnngggg.
-¿Wolfan?
-Si.
-Chamo no cuelgues, soy yo, Pablo. ¿Pana, qué clase de curitas usas tú?
-¡Epa Pablito! ¿Cómo anda todo? Panita, estoy burda de ocupado, llámame tipo mañana en la tarde, cuando esté de humor para seguirte la joda...
CLICK! Tuuuu... tuuuu... tuuuuu...

Tampoco te paran en la calle, ni escuchas a otros en franco dialogo con respecto a las fulanas curitas:

-¿Camila, qué curitas le estas poniendo a tu hijo?
-Las de “Los Picapiedras”
-¿Cuáles son esas?
-“THE FLINTSTONES” Pues...
-¡Ah! ,OK. Niña, pero ya salieron las de Superman…

Nunca he escuchado una conversación acerca de semejante tema. Qué se puede decir de las curitas, salvo que las hay impermeables, micro porosas, plásticas, transparentes, de colores, de diversos tamaños. Las he visto de muñequitos, de neón, es decir, fosforescentes, no del “Rey Neón” (bueno, esas también salieron en su oportunidad).

Aún cuando no son tema de conversación, reconozco que las curitas son parte importante de la niñez, incluso de la pubertad y en algunos casos aparecen todavía en la adultez.

En casa, sobre todo cuando hay niños, se deben tener a la mano. Pequeñas heridas son cubiertas con esta singular venda. Hablando de vendas, en una oportunidad me llevaron a donde el tío Benito el “Boticario” quien regentaba una pequeña farmacia; estaba yo hurgando por los rincones del negocio, cuando encontré el sitio donde guardaban las curitas.

Bastó una hora de amena distracción por parte de los adultos allí presentes, para que fuesen sorprendidos por la irrupción de una momia color carne de más o menos un metro de alto. No sé en qué pensaba, pero colocándole subtítulos a esa película muda y en blanco negro que se proyecta en mi memoria, me parece leer algo así como:

-¡Que fino! Vendas que se pegan.
-Allá va el “MOSTRO”. Aaaagggg...!!! Grrrrrrr...!!!.

¡Que ingenio! Claro, incomprendido y castigado en aquella época.

Ingeniosa también resulto la vez en que tuve que arreglarle el ruedo a un pantalón con unas curitas. No tenía a la mano una engrapadora, se había acabado la cinta adhesiva y era vital para mí, tener ese pantalón nuevo listo para lucirlo esa tarde en un matiné. En aquel entonces, los jóvenes no utilizábamos la aguja y el hilo para esos menesteres; echábamos mano del popular “Celotep” o “Celoven” y la plancha, para ajustar el tamaño del “blue jeans” o en su defecto, grapas o alfileres.

La medida pudiera parecer un tanto graciosa, pero les juro que funcionaba. Por cierto, en una ocasión me quise hacer el gracioso con una jovencita y le dije: “Eres tan pequeña que en lugar de toallas sanitarias, te pones curitas...”. Ella me respondió: “Y tu tan IDIOTA que utilizas esas mismas curitas para quitarte la pelusita esa que te sale en lugar de bigote”.

Dolió, les juro que dolió. Era un imberbe, sí, pero tenía bigote, claro que era un bigote; y hasta me lo afeitaba. No necesitaba una bandita (tampoco era muy conocida la depilación).

Bandita... Por mi casa existía una “Bandita” de zagaletones conocida como “Los Curitas”. Los llamaban así, porque todos habían sido monaguillos - no se que tiene que ver, pero como de recuerdos se trata, me vino ese a la mente-, el mayor de ellos se llamaba Aquiles.

Aprovecho y aquí les cuento que tengo un problemita en mi talón izquierdo (talón, Aquiles, me suena). Una pequeña malformación producto de un accidente, me obliga a utilizar una curita, cada vez que estreno zapatos. Si no tomo ésta precaución, se me hace una ampolla en el talón, y pierdo la calma porque me fastidia hasta el alma.

¿Han visto por allí el término “Curitas para el alma”? hay gente que lo aplica para referirse por ejemplo, al tiempo:

“La mejor curita para el alma, la más natural y la única que no tiene contraindicación: es el tiempo....es el único que cura las heridas...” (Esto lo leí en algún sitio).

Charly García compuso una canción llamada “Curitas":

“La chica que esperaba era infinita
como el bajo que perdí
pegaba las canciones con curitas
hay algo que sangra
hay algo que sangra por mí.
Hay noches que no puedo dormir
hay noches que no puedo dormir
hay noches que no puedo dormir
sin curitas.”

Yo tengo mi propia concepción de lo que son “curitas para el alma”. Cuando llego a mi casa cansado, atribulado y apesadumbrado porque no todo salió bien o simplemente el día no fue el mejor, y mi esposa me recibe con un beso, eso es una curita para mi alma. Cuando veo a mi hija sonreír, cuando observo sueños y esperanzas pintadas en su cara, eso es una curita para mi alma. Cuando me acuesto preocupado, inquieto o tenso, el abrazo tierno y la cálida cercanía perfumada de mi esposa, son la curita puesta en mi alma herida.

En fin, fue de curitas que me pidieron hablar, el problema es que no sé qué decir, no se me ocurre nada a no ser las preguntas iniciales: ¿Quién habla de curitas? ¿Qué tema es ése?

1 Comments:

Blogger Ophir Alviárez said...

Releo y disfruto de la frescura de la prosa, de la manera simpática de abordar el tema y hasta de la receta que me proporcionas por si un día -un día-, me toca a mí escribir de algo tan, tan, tan ¿trivial? como las curitas.

¿Para el alma? Para eso ya se me ocurrió una antropófaga, luego te cuento.

Por todo, gracias y más

OA

11:09 p. m.  

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