miércoles, octubre 04, 2006

The 4 jinete(ra)s del Apocalipsis Bar Clubputiclub

Javier Miranda-Luque


¿Qué tiene que ver este antro y receptáculo sórdido de las miserias humanas que se menciona en el título con una asépticamente respetable factoría de curitas? Pues que son locales vecinos de galpón en uno de los más lastimosos enclaves infraindustriales del este caraqueño. ¡Más nada!

—Óyeme, Fidel, bájale el volumen a esa musiquita de Celia, que se me parte la testa con el dolor de cabeza, ¡no jodas, viejo!

—Ño, Raúl, tú sabes que no puedes seguir tomando vodka, mi hermano, esto es el trópico de Ana, recuerda que ya no andas en Rusia y el clima jode, camarada, el calor aniquila, la humedad nos va pudriendo de adentro hacia fuera y encima aquí ni siquiera funciona el aire acondicionado. Apenas lo prendes y el armatoste ése lo que te suelta es un huracán tibio y un rugido intestinal del quinto carajo.

—Ya corta el discurso, Fidel, porque, casualmente, el único que no se cansa de escuchar tu voz eres...

—...tú y tú and you y nadie más que tú, Fidel, frufrú.

—Dichosos los ojos, Boy George, madre borrachera la tuya de anoche, después de refocilarte a la media docena de huéspedes de Guantánamo.

—Déjalo tranquilo, Fidel, ¿no ves la carita de yo no fui que tiene Georgie esta mañana? Además, como tú no bebes, pues no nos entiendes a quienes disfrutamos el néctar etílico, hábito divino.

—Gracias, Raúl, but no thanks. Porque cuando a ti cualquiera te convida a un par de copas de ese brebaje ruso mentado vodka, tú te vuelves lodka de atar.

—Atarte es lo que tendría yo que haberte hecho a ti, hace años allá in the old good Texas, the lonely star home of the braves, land of the frees, para evitar los desastres en que has incurrido a lo largo de tu vida, George Junior, for god sake.

Tal es el apocalipsis cotidiano de los four partners de este botiquín abierto, como las farmacias de turno, todas las noches. A las siete post meridien en punto, con estruendo de pachanga desnutrida, se abre la santamaría del local de 69,96 metros cuadrados, telón rocambolesco que anticipa, con pudor contenido, el vodevil que nuestros 4 personajes protagonizan, velada tras velada, intentando evadirse, infructuosamente, de sus vidas pasadas.

Es un strip-tease existencial que los desborda, pero que ellos parecen disfrutar en una suerte de catarsis psicoanalítica de la que Freud se exilió hace décadas. Incluso las impenitentes hordas de religiosos habituales que ejercen el más salvaje proselitismo con idea de salvarse ellos mismos de las inclementes llamas del infierno, merced a sus borregos reclutados en la fe omnímoda del tuperware, han tirado la toalla en su misión pedestre de rescatar a estas almas extraviadas dentro de sus particulares fundamentalismos.

Resulta divino observar las analogías entre los dos más añejos, por ejemplo, en su desprecio compartido por el alcohol donde naufragan sus respectivos familiares más jóvenes. A saber: el mar de bourbon y el océano cristalino de vodka. Ambas humedades asediadas por tiburones hambrientos de balseros y ciclones que fracturan el tedio climático interrumpido fugazmente por el tintineo de la anquilosada caja registradora o las “botellas rotas” que una edulcorada Celia Cruz entona junto a los “Fabulosos Cadillacs” argentinos, desde las bocinas monoaurales de la rockola esquinada junto a la puerta del único urinario unisex que apesta, con bocanada salitre, a sanitario de carretera tercermundista.

—Óyeme, Jorgiboy, el comemierda de tu papá todavía no aprende a jugar dominó cubano como se debe. El dominó cubano, con su ejército de fichas hasta el doble nueve, es el ajedrez de los insulares, caballero.

—Let’s play poker, war games or Monopoly, pa’ que veas, Raúl, cómo te doy una paliza and Im going to kick your ass, from right here to the holly hell.

—Spanish spoken, mister danger, que de lo contrario los clientes no entienden ni jota.

—Déjalo, Fidel, que yo acepto el reto. Vamos a medirnos jugando dominó cubano, poker, dardos o tiro al blanco. ¿Te acuerdas de aquellos misiles soviéticos y la cagamentazón que les dio a los gringos en ese entonces, tanto así que llegaron a ostentar el consumo per cápita de papel higiénico más alto en la historia de la civilización occidental?

—Yo me encargo, Raúl, que lo voy a derrotar en su propio campo de golf.

—Quién lo diría, Fidel, so you use to play golf. I can’t believe it.

—Yes, I do play golf, old George.

Movidos por un resorte invisible, pero tenso, arrinconan las mesas y sillas escuálidas, ingeniándoselas para convertirlas en cerros escultóricos de madera podrida y fórmica. Los escasos clientes se sientan sobre la barra, tribuna privilegiada que soportará sus traseros en concierto flatulento. Más que un partido de golf, se trata de un set de “golfito” bajo techo. Encienden las luces fluorescentes que obsequian una palidez de ultratumba a los presentes. Las reglas de juego son simples: gana quien “envase” (sic) antes que su adversario 9 pelotas sospechosamente blancas en las jarras cerveceras acostadas estratégicamente sobre el piso de linóleo, sonriente de grietas y arrugas milenarias.

—Esta noche, los tragos corren por cuenta de la casa.

—Oh, yes, free drinks but only para quienes apuesten por la “F” o por la “G”.

(¿”Fuck “ or “God”?, se pregunta quien suscribe).

—Toma nota de las apuestas tú, Raúl, mientras yo empiezo a servir los tragos.

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(Desacostumbrado y apócrifo epígrafe (sin juicio) final):

Curitas: (1) resulta evidente que la civilización egipcia, con los vendajes en que envolvían a sus momias, son los precursores de las “curitas” (o “band-aids” gringas). De allí saltamos a la inquisición, cuando a cierto fraile dominico amigo de Tomás de Torquemada se le ocurre cubrir las heridas inflingidas durante las “sesiones de iluminación a través de la expiación de la culpa mediante la dosificación estratégica del flagelo” con “tiras rectangulares de apósitos textiles”, preferiblemente de lino que, dada la sutileza de su textura, permite la oxigenación adecuada del tejido injuriado.

Curitas: (2) curiosa congregación de curas enanos, originarios de Liliput, dedicados en cuerpo y alma al cuidado de los heridos de guerra. Su labor misionera se extendió a los Países Bajos donde fallecieron ahogados durante el rompimiento de un dique, suerte de diluvio en plan golpe y porrazo divino.

Curitas: (3) tonada infantil desvirtuada a lo largo de sus interpretaciones en el tiempo, degenerada por la tradición oral que la replicaba sin haber sido nunca registrada en notaciones impresas de ninguna clase. El original iba así: “sana (bis), curita de rana; si no sanas hoy, no defecarás mañana”. Se sospecha el posible efecto psicológico de este canto primigenio en el contagio del estreñimiento virulento que azota a glúteos del mundo en ambos hemisferios.

Curit-ass: (4) anglicismo intestino que designa a cierto antecedente preclaro de la toalla sanitaria hemorroidal e, incluso, a los pañales para incontinencia esfinteriana adulta. Las pruebas de carbono 14 los sitúan en Sodoma antes de ser arrasada por las bombas incendiarias de Hiroshima, Nagasaki y Gomorra.

Cura, no tiene: argumento que obtienen los enfermos sin seguro de hospitalización privado ni seguro social vigente.

Cura-anderos: técnicos superiores de la economía informal; buhoneros que expenden brebajes de toxicidad desconocida sobre alfombras extendidas sobre la acera; prestidigitadores de ilusiones ajenas que, excepcionalmente, logran el prodigio de que el enfermo olvide sus padecimientos, en complicidad con el cuerpo solidario.

Cura, lo: consuelo de tantos insensatos que bien podría institucionalizarse cual religión proselitista que acoge a sus acólitos en manicomios extramuros. Los dioses ataviados con sus camisas de fuerza han muerto y celebramos su deceso con dosis excesivas de entusiasmo delirante y eterno. Sin evangelios ni mandamientos no hay pecados posibles ni angustias ni arrepentimientos. ¿El averno? Es una venta de pollo en brasas que tiene bar abierto (all you can drink) de cerveza tibia, pero con una excelente barra de ensaladas frescas y envidiable vista panorámica. Eso sí: no hay urinarios.

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(Enciclopedia hiperbólica de la historia nimia. Volumen 3, apéndice 07. Tipografía Políglota Vaticana, 1959.)

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Esta encicclopedia hiperbólica figura dentro de los libros prohibidos por el Vaticano. No les extrañe que los hackers papales les intervengan la página, o la CIA gringa o el G2 cubano.

4:47 p. m.  
Blogger ©Sexosapiens said...

El mentado "Apocalipsis Bar Clubputiclub" es uno de los gloriosos vestigios de la decadencia. Anclado en Boleíta Norte, sus "jineterass" de poca monta hacen milagros para poder sobrevivir con su vieja rockola y sus tragos obviamente adulterados. Pero es mi deber advertir, como cronista autoproclamado de la vida noctámbula caraqueña, que la historia del golfito aquí narrada está desvirtuada. Cuentan las malas lenguas que las barraganas de este puticlub, cada jueves de quincena, encarnaban ellas mismas, con sus orificios, los "hoyos" del golf. Cada cliente portaba su propio palo y con él swingueaba, también, sus propias pelotas. Pero este antro ya no es lo que acostumbraba. Ahora es un reducto de espectros conservados en alcohol isopropílico.

5:14 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo a estos cuatro los metería en una licuadora sin hielo, pero con ron, bourbon, vodka y jugo de caña ¿se imaginan qué trago saldría de aquí? Lo voy a ir probando y les cuento luego. Habrá que ponerle nombre al coctel.

8:03 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Esto lo acaba de publicar la edición digital del periódico madrileño El País:

El documental Death of a president, que mezcla imágenes reales con la ficción del asesinato del presidente George W. Bush, ya se ha encontrado de frente con la censura. Según publicó ayer The Hollywood Reporter, las principales salas de cine del país han cerrado sus puertas al filme del británico Gabriel Range, que su distribuidora, Newmarket, aspira a estrenar el 27 de octubre, 10 días antes de las elecciones al Congreso y el Senado estadounidenses. Regal Entertainment Group, la cadena más grande del país, considera que es "inapropiado mostrar una película en la que se mata al actual presidente del país, al margen de cualquier consideración política".

Cinemark USA, de Tejas, y Century Theaters, en California, también han anunciado que no proyectarán una película que desde su distribuidora se defiende como "controvertida pero en ningún caso invita a la violencia".

¿Oliver Stone tendrá preparado ya su "Muerte de Castro"?

¿Veremos un encuentro de boxeo a 15 asaltos entre uno de los "Senior" y uno de los "Junior"?

9:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

barwoman: ese coctel podría llamarse "terminal" echándole amargo de angostura o "guantánamo" si se le añade biter campari y naranja hit, ahora que se lo beban ellos por vía intravenosa o endoscópica

12:43 a. m.  

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